El concepto moderno de criogenia fue presentado por primera vez al público por el profesor de fÃsica estadounidense Robert Ettinger en su libro de 1962, The Prospect of Immortality (La perspectiva de la inmortalidad). En él exponÃa los argumentos cientÃficos para preservar a las personas a bajas temperaturas, lo que le valió el tÃtulo de "padre de la criogenia".8
La teorÃa se puso en práctica por primera vez en 1967 con la crioconservación del Dr. James Bedford, profesor de psicologÃa de 73 años. Su conservación marcó un hito en este campo, y su cuerpo sigue custodiado en la Fundación Alcor para la Extensión de la Vida.1 Sin embargo, los primeros años de la criogenia estuvieron plagados de dificultades. En la década de 1970 surgieron varias organizaciones pequeñas que acabaron fracasando debido a su inestabilidad financiera y a la falta de una planificación sólida a largo plazo, lo que provocó la pérdida de varios de los primeros pacientes.5 Estos fracasos pusieron de manifiesto la necesidad crÃtica de estructuras organizativas estables y sin ánimo de lucro para garantizar los cuidados indefinidos necesarios.
Con el paso de la "congelación directa" a la vitrificación se produjo una importante evolución cientÃfica. Los primeros procedimientos se limitaban a congelar a los pacientes, lo que provocaba grandes daños celulares por la formación de cristales de hielo. La era moderna de la criogenia se define por el uso de la vitrificación, un sofisticado proceso que evita por completo la formación de hielo, lo que da lugar a una conservación estructural de mucha mayor calidad.1 Esta técnica fue propuesta por primera vez para la criogenia en 1984 por el criobiólogo Gregory Fahy, y el primer ser humano vitrificado con éxito fue FM-2030 en el año 2000, lo que supuso un importante salto adelante en la viabilidad potencial del procedimiento.1