La criopreservación ha existido durante mucho tiempo en el lÃmite de la imaginación pública, en algún lugar entre la ciencia ficción y la ciencia. Sin embargo, tras los mitos y las expectativas exageradas se esconde un complejo procedimiento médico basado en la fÃsica, la biologÃa y la conservación de la información. La confusión surge porque la gente suele confundir lo que es la criopreservación con lo que desea o teme que sea.
Entender lo que la criogenia no afirma es tan importante como entender lo que sà hace. A continuación se exponen siete ideas erróneas que siguen distorsionando nuestra concepción de la conservación de la vida humana más allá de los lÃmites médicos actuales.
Esta es quizá la idea errónea más antigua, la imagen de una persona almacenada como un alimento congelado, esperando a ser descongelada para volver a la vida. En realidad, la criopreservación no es una simple congelación. Los protocolos modernos pretenden evitar por completo el hielo. El proceso consiste en sustituir el agua del interior de las células por soluciones protectoras especiales y enfriar el cuerpo de forma que los tejidos se conviertan en un sólido similar al vidrio, un estado conocido como vitrificación.
El objetivo no es suspender la vida mediante el frÃo, sino evitar daños irreversibles deteniendo la descomposición. La crioconservación es un proceso de conservación biológica controlada, no una congelación.
La criónica no intenta resucitar a los muertos. Interviene en un umbral diferente, el punto en el que la medicina actual ya no puede mantener la vida, pero la información biológica del cerebro puede seguir intacta. La muerte legal se declara cuando se detiene el corazón, pero las células del cuerpo y las estructuras neuronales no desaparecen en ese momento.
La criónica pretende preservar esas estructuras antes de que se degraden más allá de lo recuperable. Trata la muerte como un proceso, no como un acontecimiento aislado. El individuo preservado no es visto como un cadáver, sino como un paciente en estado crÃtico a la espera de un futuro tratamiento.
TodavÃa no se ha reanimado a ningún ser humano de un estado de crioconservación. La criónica no es una promesa de reanimación; es el acto de preservación en previsión de futuras capacidades. El propósito actual es proteger los fundamentos biológicos e informativos de la mente y el cuerpo de una persona hasta que existan tecnologÃas de reparación.
Malinterpretar esto es confundir la intención con el resultado. Hoy en dÃa, la criogenia consiste en mantener abierta la posibilidad de recuperación, no en afirmar que la recuperación ya está al alcance de la mano.
Esta creencia a menudo surge de una mala interpretación de lo que se afirma en este campo. La criónica no promete la inmortalidad, la recuperación instantánea ni un éxito garantizado. Ofrece preservación, un proceso cientÃficamente plausible diseñado para evitar más pérdidas biológicas. El campo es transparente en cuanto a la incertidumbre: el éxito de la criogenia depende de futuros avances médicos y tecnológicos.
Llamarlo fraude supone engaño; llamarlo pseudociencia supone negación de la realidad. La criónica no encaja en ninguna de las dos. Es una apuesta cientÃfica por la continuidad del progreso: incierta, sÃ, pero honesta en cuanto a su incertidumbre.
La crioconservación no es una cápsula del tiempo que detiene la vida y la reinicia sin cambios. El resurgimiento, si llega a ser posible, implicarÃa una compleja restauración médica, una reparación biológica y una adaptación psicológica a un mundo que podrÃa diferir radicalmente del que se dejó atrás.
La conservación mantiene la estructura del ser; no garantiza el mismo contexto, cuerpo o época. La criónica trata de la continuidad, no de la replicación. El futuro individuo, si revive, puede mantener la identidad y la memoria, pero también enfrentarse a la transformación.
Como el proceso es costoso, suele considerarse un capricho para ricos o pocos visionarios. Sin embargo, muchas personas financian su preservación mediante seguros de vida o modelos de pago a plazos asequibles, de forma similar a como se financian los planes tradicionales para el final de la vida.
La criónica no es un privilegio por diseño; es un servicio médico que aún está en sus inicios. Como ocurre con la mayorÃa de las tecnologÃas, se espera que los costes evolucionen con la escala y el progreso. Lo que define a un paciente criónico no es la riqueza, sino la voluntad de actuar con la convicción de que la medicina del futuro puede resolver lo que la medicina actual no puede.
La conservación es sólo el primer paso. Mantener las condiciones criogénicas durante décadas o siglos requiere organizaciones estables, financiación fiable y una supervisión técnica sostenida. La recuperación, si llega a ser posible, dependerá de la ciencia, la ética y las intenciones de las generaciones futuras.
Imaginar la criogenia como un simple escape de la mortalidad es pasar por alto la responsabilidad que conlleva, tanto para los que preservan como para los que mantienen. Se trata de un compromiso colectivo a lo largo del tiempo, basado en la confianza de que la humanidad futura optará por la restauración en lugar de la negligencia.