La mayoría de la gente afronta la muerte con resignación o espiritualidad, pero hay una tercera vía: tratarla como un problema de ingeniería con soluciones probabilísticas. Este tema existe porque los valores culturales predeterminados en torno a la muerte no están optimizados para tu supervivencia real. Si puedes pasar de "la muerte es natural e inevitable" a "la muerte es un reto técnico con soluciones inciertas pero distintas de cero", las matemáticas cambian por completo. Un 1% de posibilidades de revivir domina sobre el 0% de posibilidades de cualquier cosa, y aceptar el cese permanente porque la criopreservación parece rara no es más que un prejuicio de statu quo con mayores riesgos. Al replantear la muerte desde el punto de vista de la ingeniería y tomarse en serio el valor esperado, se puede evaluar si lo racional es intentar algo incierto o aceptar un olvido seguro.
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