⚠️ TIEMPO LIMITADO: Consigue un 50% de descuento en la cuota de socio con el código FOUNDERSRATE. Oferta válida para 🇺🇸 RESIDENTES DE EE.UU. hasta el 31 de octubre. Inscríbase ahora
Descubra cómo el aumento de su actividad física semanal en poco más de una hora podría reducir en un 33% el riesgo de enfermedad renal en diabetes y sobrepeso/obesidad.
La actividad física se considera desde hace tiempo un factor importante en la prevención de enfermedades, e investigaciones recientes sugieren que puede ser especialmente beneficiosa para las personas con diabetes y sobrepeso/obesidad que corren el riesgo de padecer una enfermedad renal. Un estudio publicado en la revista Journal of Medicine and Science in Sports and Exercise reveló que el aumento de la actividad física semanal en algo más de una hora se asociaba a una reducción significativa del 33% del riesgo de desarrollar una enfermedad renal en esta población de alto riesgo.
Se ha demostrado que la actividad física regular tiene numerosos beneficios para la salud, entre ellos la reducción del riesgo de enfermedades crónicas como las cardiopatías, la diabetes de tipo 2 y ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, hasta ahora no se conocía bien el impacto específico de la actividad física en la enfermedad renal.
La hipótesis de los investigadores es que la actividad física desempeña un papel clave en la reducción del riesgo de enfermedad renal al mejorar la salud metabólica, aumentar la sensibilidad a la insulina y reducir la inflamación del organismo. Además, el ejercicio regular ayuda a mantener un peso corporal saludable y reduce la prevalencia de la obesidad, un conocido factor de riesgo de enfermedad renal.
La actividad física puede tener un profundo impacto en la salud y el bienestar general, y se recomienda que los adultos realicen al menos 150 minutos de actividad aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos de actividad aeróbica de intensidad vigorosa cada semana. Este nivel de actividad física se ha asociado a numerosos beneficios para la salud, como la mejora de la salud cardiovascular, el aumento de la fuerza muscular y la mejora del bienestar mental.
Las medidas de distanciamiento social y las órdenes de permanecer en casa aplicadas en respuesta a la pandemia de COVID-19 han dificultado que muchas personas cumplan estas recomendaciones de actividad física. Sin embargo, encontrar formas creativas de mantenerse activo, como tomar clases de ejercicio en línea o dar paseos socialmente distanciados, puede ayudar a las personas a mantener su salud durante estos tiempos difíciles.
La enfermedad renal crónica supone un riesgo importante para las personas con diabetes de tipo 2, sobre todo las que tienen sobrepeso o son obesas. La prevalencia de complicaciones renales relacionadas con la diabetes subraya la importancia de conocer los factores que pueden mitigar este riesgo. A corto plazo, se ha demostrado que el ejercicio mejora la función renal en personas con diabetes de tipo 2, pero los efectos a largo plazo y los posibles beneficios acumulativos siguen sin estar claros.
El estudio, publicado en el British Journal of Sports Medicine, profundiza en la conexión entre los niveles de actividad física y el riesgo de progresión de la enfermedad renal crónica en individuos con diabetes de tipo 2. Dada la relación establecida entre la enfermedad renal relacionada con la diabetes y la morbilidad y mortalidad cardiovasculares, es de suma importancia dilucidar estrategias para mitigar este riesgo.
En la investigación, realizada como análisis secundario de los datos del ensayo Look AHEAD, participaron 1.746 adultos con sobrepeso/obesidad y diabetes de tipo 2. Se evaluaron los niveles de actividad física moderada a intensa de los participantes durante un periodo medio de seguimiento de 12 años. El estudio pretendía determinar el impacto potencial de la actividad física en la progresión hacia la enfermedad renal crónica.
Los resultados revelaron una asociación significativa entre mayores niveles de actividad física semanal y un menor riesgo de progresión de la enfermedad renal crónica. Los participantes que realizaban entre 329 y 469 minutos de actividad física de moderada a intensa a la semana eran significativamente menos propensos a evolucionar hacia la enfermedad renal crónica en comparación con los que tenían niveles de actividad más bajos. Además, un aumento de la actividad física semanal de algo más de una hora se asoció a un riesgo un 33% menor de progresión de la enfermedad.
Aunque el estudio demuestra los efectos positivos de aumentar la actividad física, es importante señalar que más no es necesariamente mejor. El estudio no encontró ningún beneficio adicional más allá de la reducción del riesgo del 33% para las personas que realizaban niveles aún más altos de actividad física. Por lo tanto, la cantidad óptima de actividad física parece ser alcanzable para la mayoría de los individuos y no requiere compromisos de tiempo excesivos.
Para los que acaban de empezar a ponerse en forma, se recomienda aumentar gradualmente los niveles de actividad y encontrar actividades que sean agradables y sostenibles. Por ejemplo, caminar a paso ligero, montar en bicicleta, nadar o participar en clases de fitness en grupo.
Además de los beneficios específicos para la reducción del riesgo de enfermedad renal, el ejercicio regular ofrece multitud de ventajas para las personas con diabetes y obesidad. El ejercicio ayuda a mejorar el control de la glucemia, reducir la resistencia a la insulina, disminuir la tensión arterial y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además, la actividad física puede ayudar a controlar el peso, lo cual es crucial para controlar tanto la diabetes como la obesidad.
Las personas con diabetes y obesidad deben esforzarse por cumplir las mismas recomendaciones de actividad física que la población general. Esto incluye al menos 150 minutos de actividad aeróbica de intensidad moderada a la semana, junto con ejercicios de entrenamiento de fuerza al menos dos veces por semana para mejorar la fuerza muscular.
Es importante colaborar estrechamente con los profesionales sanitarios, como médicos y especialistas en ejercicio, para desarrollar un plan de ejercicio seguro y eficaz que satisfaga las necesidades y objetivos individuales. Puede ser necesario realizar modificaciones en función de la forma física personal, el estado de salud y las limitaciones físicas.
Practicar una actividad física con regularidad puede suponer un reto, especialmente para las personas con diabetes y obesidad, que pueden enfrentarse a barreras adicionales. Estas barreras pueden incluir limitaciones físicas, falta de motivación, falta de tiempo o problemas de seguridad y accesibilidad.
Sin embargo, con el apoyo y las estrategias adecuadas, muchas de estas barreras pueden superarse. Trabajar con un profesional sanitario o un especialista en ejercicio puede proporcionar una valiosa orientación y apoyo en el desarrollo de un plan de ejercicio que se adapte a las circunstancias individuales. Además, encontrar actividades que resulten agradables e incorporarlas a las rutinas diarias puede mejorar la adherencia y el éxito a largo plazo.
Estos resultados subrayan la importancia de la actividad física regular para mitigar el riesgo de enfermedad renal crónica en individuos con diabetes de tipo 2. El estudio sugiere que incluso aumentos modestos en los niveles de actividad física pueden conferir beneficios sustanciales en términos de salud renal.
Las organizaciones sanitarias y los profesionales de la salud pueden considerar la posibilidad de incorporar estos hallazgos a sus directrices y recomendaciones para las personas con riesgo de padecer enfermedad renal. Recomendar objetivos específicos de actividad física, adaptados a las necesidades y capacidades de las personas, podría desempeñar un papel crucial en la prevención de la enfermedad renal y en la mejora de los resultados generales de salud.
Los profesionales sanitarios, incluidos médicos, enfermeros y dietistas, tienen una oportunidad única para promover y apoyar la actividad física entre sus pacientes. Al hablar sobre los beneficios de la actividad física, abordar los posibles obstáculos y proporcionar recursos y derivaciones a programas de ejercicio, los profesionales sanitarios pueden ayudar a las personas a tomar el control de su salud física y reducir el riesgo de enfermedad renal.
Los resultados del estudio subrayan el profundo impacto que la actividad física regular puede tener en la reducción del riesgo de enfermedad renal en personas con diabetes y sobrepeso/obesidad. Aumentar la actividad física semanal en poco más de una hora puede reducir significativamente en un 33% el riesgo de desarrollar enfermedad renal, lo que pone de relieve el potencial de la actividad física como poderosa medida preventiva.
Para las personas con diabetes y sobrepeso/obesidad, la incorporación de la actividad física regular en su vida diaria puede reducir significativamente el riesgo de enfermedad renal y mejorar los resultados generales de salud. Empezar poco a poco y aumentar gradualmente los niveles de actividad, encontrar actividades divertidas y buscar el apoyo de los profesionales sanitarios puede ayudar a las personas a dar los siguientes pasos hacia un estilo de vida más activo y saludable.